Titulos



                                                   TÍTULOS LOCALES

1954: El Bautizo


Corría el año de 1954 y se desarrollaba apenas el séptimo campeonato de fútbol colombiano. Ya habían sido campeones Santa Fe, Caldas, y Millonarios, este último en 4 oportunidades y llegaba el año verdolaga. De la mano de Humberto “Turrón” Álvarez, el cuadro verdolaga vencía a Independiente Medellín 1-0 en la última fecha y daba la vuelta olímpica frente a su tradicional rival.
El torneo arrancaba de la mejor forma para los dirigidos por el argentino Fernando Paternóster. Las primeras 16 fechas del campeonato, los verdolagas estuvieron invictos, hasta el partido contra Boca Juniors donde se perdió el juego, no el destino. Se trataba de la única derrota del campeón en ese año.
Y con “Turrón” jugaban algunos ídolos inolvidables del firmamento verdolaga como Gabriel Mejía, Ulises Terra, Atilio Miotti (primer extranjero en la historia de Nacional), Hernán Escobar, Nicolás Gianastasio, Ignacio Calle, Domingo Alberto Pepe, Miguel Angel Zazzini, Casimiro Avalos, y el goleador Carlos Gambina quien con 21 tantos llevó a Nacional a la cúspide del torneo patrio por primera vez en la historia. Era también la primera ocasión en que un jugador verdolaga quedaba como cañonero del rentado. De esta forma el Atlético Nacional hacía su bautizo como campeón del fútbol colombiano. Ya todos sabemos que luego vendrían los demás sacramentos del principal equipo colombiano de todos los tiempos.


1973: Caía el viacrusis



Luego de una sequía de 19 años que amagaba infinita, Atlético Nacional conquistaba su segundo campeonato bajo las órdenes de César López Fretes. Se trataba de un equipo que priorizó el trato de la pelota y el juego fluido como mecanismos de triunfo. Y desde aquellas épocas el paladar del hincha verdolaga se convirtió en el gusto por el buen fútbol, por el buen trato de la pelota y por la perfecta elaboración de jugadas ataque para ganar y gustarle a la gente.
Era un equipo que ganaba en cualquier cancha. Tenía experiencia en sus jugadores, jerarquía en sus líderes, astucia en sus individualidades y potencia en su columna vertebral. Por donde se mirara a ese equipos, estaba dos escalones más arriba que el resto de sus oponentes y por eso consiguió no solo el título, sino que por primera vez en nuestra historia, lo hizo por fuera de Medellín y en un reducto ingobernable como el Pascual Guerrero de Cali. Tonificaban una linda historia para Nacional: ganar en cualquier latitud, y ante cualquier camiseta.
Y no era para menos. Con solo mencionar los nombres de aquella gesta, el lector de estas letras debería sacarse el sombrero: Gerardo Moncada, Gilberto Salgado, Tito Gómez, Abel Álvarez, Francisco Maturana, Teofilo Campaz, Víctor Campaz, Hugo Horacio Lóndero, Raúl Navarro, Jorge Hugo Fernández y Gustavo Santa. De pie señores.


Nacional conquistaba el título el domingo 16 de diciembre gracias a un triunfo en Cali ante Deportivo Cali con gol de título para Hugo Horacio Lóndero a los 20 minutos de la parte complementaria. Por primera y única vez en la historia el cuadro verdolaga daba la vuelta en el estadio Pascual Guerrero. Se terminaban casi dos décadas de sufrimiento. 20 años infames para el sentimiento verdolaga que a partir de esa fecha nunca dejó de celebrar.


1976: La triple corona

Manizales se convertía en el epicentro de un nuevo festejo verdolaga gracias a que en el estadio Palogrande los verdolagas derrotaban a Caldas 2-0 (El primero de Jorge Ortíz y el segundo de Eduardo Emilio Vilarete). Tan solo habían pasado 3 años del segundo título y el hincha verdolaga se acostumbraba a festejar seguido. Gracias, especialmente, a la mística que le imprimió al equipo (y al fútbol colombiano) un sabio llegado de argentina para dirigir al campeón: Oswaldo Juan Zubeldía.
“El Troesma” llegó en agosto a Nacional, lo encontró del décimo puesto para atrás, le descubrió las debilidades, le potenció las virtudes y en cuatro meses lo sacó campeón. Un grande en toda la dimensión de la palabra. Como lo necesitaba Atlético Nacional para pulir su historia. Como lo requería la historia verdolaga.



Nombres como los de Jorge Ortiz, Eduardo Julián Retat, Jorge Olmedo, Gerardo Moncada, Francisco Maturana, Iván Darío Castañeda, Eduardo Emilio Vilarete, Gilberto Salgado, Ramón César Bóveda, Hugo Horacio Lóndero, Raúl Navarro yy Jorge Peláez nunca serán olvidados por los aficionados verdolagas, especialmente aquellos nacidos entre 1960 y 1970. Porquer fueron ellos lo que tuvieron la fortuna de observar a uno de los mejores nacionales de todos los tiempos. Y para la historia registraron un hecho sin precedentes en el fútbol colombiano: en menos de 18 horas llenaron dos estadios, uno el Palogrande en Manizales el día del título, y dos el Atanasio Girardot para ovacionar a los campeones el lunes siguiente. Y si a eso se le suma que también se abarrotaron en el aeropuerto Enrique Olaya Herrera, podemos decir a ciencia cierta que desde hace mucho tiempo, Atlético Nacional es el club más popular del fútbol patrio.


1981: Tetracampeón


De la mano nuevamente del sabio argentino Oswaldo Juan Zubeldía, Atlético Nacional conquistaba su cuarta estrella colombiana y comenzaba a erigirse en uno de los más grandes clubes del fútbol patrio. Con su sabia conducción, el cuadro verdolaga sepultó a todos sus rivales en el cuadrangular final y ni Junior, ni América ni Tolima pudieron acercársele siquiera en la lucha por el título.
Con jugadores inolvidables como César Cueto, Hernán Darío Herrera y Lorenzo Carrabs, además de Pedro Sarmiento, Héctor Dragonetti, Guillermo La Rosa, Luis Fernando López, Carlos Maya, Víctor Luna y Eduardo Vilarete, más el famoso “Kinder de Zubeldía”, que era el mote con que nombraban a los jóvenes talentos verdolagas que apenas hacían sus primero pinitos en el fútbol colombiano como Norberto Peluffo, Carlos Ricaurte, Gabriel Jaime Gómez y otros más, los verdes llegaban al olimpo del balompié nacional y los miraban a todos desde arriba.





Gracias a una victoria 1-0 ante América de Cali en el Atanasio Girardot, mediante gol de cabeza de Pedro Juan Ibagüen ante cobro de tiro de esquina de César Cueto, los verdolagas sacaron a pasear el carro de bomberos por toda la ciudad que enloquecida vitoreó a sus ídolos. Para la historia quedó registrada la pierna izquierda del mejor jugador que se ha vestido de verde: César Cueto.


1991: Solo colombianos



La mejor década de la historia comenzaba con Hernán Darío Gómez posesionado como técnico verdolaga. Y con él como guía de puros colombianos, Nacional alcanzaba su quinta corona, primera vez que solamente jugadores nacionales alcanzaban tal logro en la historia. “Bolillo” le impuso temple y personalidad al equipo y Nacional, que a seis fechas del octogonal estaba eliminado, puso garra y coraje para encasillar 18 fechas históricas que terminaron con la coronación luego de dos cuadrangulares complicados.
Con jugadores de la talla de Andrés Escobar, Giovannis Cassiani, Diego Osorio, León Villa, Luis Fernando Herrera, Omar Franco, Gabriel Jaime Gómez, Ricardo Pérez, Mauricio Serna, Alexis García, Luis Alfonso Fajardo, John Jairo Tréllez, Rubén Darío Hernández, más la exquisita aparición de la dupla más recordada de la historia de Nacional conformada nada ni nada menos que por Faustino Asprilla y Víctor Hugo Aristizábal, los verdes se ceñían una nueva corona al escudo y catapultaban la alegría de le gente que festejó el título sin parar.



Merced a una victoria por marcador de 2-1, nuevamente ante América de Cali, y gracias a dos anotaciones conseguidas por Alexis García de penalti y Luis Alfonso Fajardo de soberbio disparo, se pudo voltear un marcador adverso a favor de América y despedir el año con un nuevo título que tiene precisión calendaria en el 20 de diciembre de 1991. Si a todo esto se le suma que con esto se despidió al doctor Gabriel Ochoa Uribe de la dirección técnica en el fútbol, el logro trasciende aún más. Nacional era pentacampeón. Su pueblo no paraba de celebrar.


1994: El título de René



Ya Atlético Nacional no tenía la constelación de estrellas de años anteriores. El grupo se había mermado en calidad y en cantidad. Habían salido Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez de su seno hacia la Selección Colombia y las riendas del equipo las había agarrado el jericoano Juan José Peláez. Nacional no despertaba favoritismos de nadie. Interiormente, el equipo sabía a qué jugaba.
Poco a poco se fue conformando una nómina interesante. Y Nacional iniciaba con pie derecho su participación. Campeón del torneo Apertura, del Finalización, del primer cuadrangular y del segundo cuadrangular, hecho que solamente había realizado en una ocasión América de Cali. Los verdes ganaron todo lo que jugaron y se coronaron campeones el 19 de diciembre de 1994 gracias a un gol agónico de Juan Pablo Ángel ante Medellín.



Y entre los monstruos de aquella faena estaba nada más ni nada menos que René Higuita quien conseguía su único título colombiano luego de pasar un año tras las rejas, soportar la muerte dolorosa de Andrés Escobar, observar el retiro por amenazas de Gabriel Jaime Gónez y regresar para decir que era el mejor. Además de él, estaban Nixon Perea, Víctor Marulanda, Edgar Cataño, Víctor Aristizábal, Alex Comas, Daladier Ceballos, Luis Fernando Herrera, Mauricio Serna, Alexis García, José Fernando Santa y Alirio Serna, entre otros.
Nacional bajaba del firmamento su sexta corona, la colgaba del escudo y acostumbraba a sus feligreses a celebrar a menudo. Nuevamente con solo colombianos, los verdolagas daban la vuelta olímpica frente a sus seguidores y sus rivales, y se mimetizaba de leyenda.



1999: De nuevo ante América

Otra vez un 20 de diciembre, Atlético Nacional se coronaba campeón del fútbol colombiano. Otra vez ante América de Cali, los verdes daban una vuelta olímpica. Por séptima vez en 42 torneos patrios, el cuadro verdolaga terminaba como campeón, esta vez de la mano de Luis Fernando Suárez quien agarraba al equipo en agosto (primero estaba el argentino Reinaldo Merlo quien por su fútbol defensivo no conquistó al aficionado verdolaga) y lo sacaba campeón en diciembre.
Ya no existía la definición de cuadrangular todos contra todos sino que el campeón de junio se enfrentaba al campeón del Finalización. Y el campeón del torneo del segundo semestre fue Nacional, quien en una final apretada ante Independiente Medellín lo derrotó por marcador de 1-0 mediante tanto conseguido por Wílmer Ortegón, apeó a su tradicioonal rival de la final y ante América de Cali a partidos de ida y vuelta logró la séptima coronación de la historia.
El primer partido en Cali concluyó igualado a un gol y el tanto del empate providencial lo conquistó Oswaldo Mackenzie sobre la hora en el partido en el Pascual que tuvo en Miguel Calero al protagonista del partido en una jugada en la que “El Tigre” Castillo lo desbordaba para anotar el segundo tanto y el portero verdolaga lo derribaba fuera del área para ser expulsado. De no haberlo hecho, el tíutulo se quedaba en Cali.
Aparte de Calero, estaban jugadores como Robinson Martínez, Wílmer Ortegón, Ever Palacios, Pedro Álvarez, Víctor Marulanda, Leiner Orejuela, Alex Comas, Dúmar Rueda, Carlos Castro, Lucio España, Henry Zambrano y otros más. Todos ellos se encargaron al final del siglo de entregarle la corona al conjunto más representativo del balompié nacional en el siglo que se marchaba para siempre. Juntos, arañaron parte del espacio sideral y bajaron otro lucero para el escudo verdolaga.



2005-I: Héroes de leyenda


En 2005 Atlético Nacional repetía vuelta olímpica y convertía aa dos de sus jugadores históricos en héroes de leyenda puesto que ambos se convertían en los únicos futbolistas que pasaron por el club y le dejaron 3 títulos colombianos: Mauricio Serna y Víctor Hugo Aristizábal.
Ellos en compañía del argentino Hugo Morales, el venezolano Jorge Rojas, más Aquivaldo Mosquera, Humberto Mendoza, Andrés Saldarriaga, Camilo Zuñiga, Felipe Chará, Héctor Hurtado, Edixon Perea, José Amaya, Jair Rambal, Oscar Echeverry y Carlos Díaz, entre otros, llevaron al éxtasis a la afición más popular de Colombia y posibilitaron un carnaval sin precedentes en el país. Esa noche de junio de 2005 la ciudad enloqueció y el carnaval se presentó en cuanto sitio y esquina existiera en Medellín.



Bajo la sabia conducción de Santiago Escobar y Juan Jairo Galeano, Nacional llegaba a ocho coronas nacionales, se acercaba a América con doce y Millonarios con trece y lograba enterrar dos finales perdidas de forma consecutiva que herían profundamente el sentimiento verdolaga. La final contra Santa Fe fue una prueba fehaciente de la grandeza que había alcanzado el club puesto que para la final, por suspensiones y lesiones, los verdes no pudieron contar con siete jugadores titulares (Chará, expulsado en el 0-0 del partido de ida en Bogotá, Perea y Rojas por lesión, y Amaya, Hurtado, Mendoza y Mosquera por sanción) y con cinco elementos de los reservistas (Juan Carlos Mosquera, Hugo Soto, Robinson Muñoz, Carlos Álvarez, Cristian Marrugo) venció a un Santa Fe timorato que quería los penaltis para llevarse la gloria pero que a falta de 10 minutos para el final del partido se le complicó el destino cuando Carlos Díaz y Oscar Echeverry le entregaron a Nacional una nueva felicidad, la octava en su historia al embocar en el mismo arco de las alegrías del 99 y el 91, una nueva estrella patria.


2007-I: Se adelantó la novena


Usted, que todavía anda en celebraciones: ¿recuerda cómo inició esta historia? Pocos creen que fue desde diciembre en los días en que se elegía el equipo. Y la verdad es que fue ahí, aunque ya lo haya eyectado de la memoria. Quintabani se sabía capaz y fue el fogonero de la maquinaria. Y en ese entonces estuvo tan sereno como el domingo del infierno y la consagración. Desde antes había sido el artífice, en compañía del Presidente Víctor Hugo Marulanda Velásquez, del cambio que trascendía los maquillajes ocasionales de un torneo nuevo en disputa. Expuso sus ideas y comenzó a diferenciarse de sus antecesores.
Se hizo amigo de los jugadores. Pero con rasgos de humildad y de colectividad como no permitir que los futbolistas llegaran por separado a los entrenamientos, sino todos juntos en el bus desde la sede administrativa. Sitio en donde todo el personal se encargaba de motivar diariamente a los jugadores, inyectándole a cada uno, ese toque de clima laboral perfecto que se vive por estos meses en la institución. El primer round estaba ganado. Su mensaje fue bien recibido, y pudo aposentarse en el escalón de confiabilidad y respeto que deben tener los guías naturales. Por eso se convirtió en un trasmisor de ideas desde la sugerencia. Convencido y convincente.
Y con esos ingredientes pudo armar un equipo que siempre supimos a qué jugaba. A ser generoso y solidario con el espectáculo. A progresar por abajo, a dejarse tentar por las triangulaciones. A agradar a la tribuna gracias a la forma en que se conquistaban los goles. A sorprender con el cambio de ritmo y las llegadas por el costado diferente a por donde se iniciaban las jugadas. A perforar por afuera y rematar desde adentro.
Y gracias a que Nacional no se traicionó durante el semestre, ni siquiera cuando las cartas llegaron mal barajadas tras la derrota en Armenia y el empate en el minuto 93 contra Pasto de local, se pudo llegar con fe al ascenso del rendimiento. Aquél lejano día de la fiesta de los 60 años contra América, cuando a pesar de tres lesiones (Galván, Murillo y Echeverri) Nacional ganó 4-0 y disparó su convicción. Y la feligresía.
Hasta llegar al día de los globos, las banderas y el éxtasis. La tarde-noche de los extintores, el papel picado, los gorros y algunas bengalas. Unos chorizos verdes y blancos que transformaron las tribunas del Atanasio en una pancarta verdolaga. Hasta que el temblor contagioso de las 17:21 del domingo 17 de junio nos invadió a todos, cuando Víctor Aristizábal asomó su cabeza por el túnel encabezando la última fila triunfal, hasta la fecha, de Atlético Nacional en su historia.
La historia dirá que apenas sobre la hora Nacional redondeó el título con el gol épico de Diego Toro que ya está en la videoteca de todo el pueblo verde. Seguramente no tendrá memoria para indicar que en los últimos 20 minutos Nacional se arrimó con peligro de gol en 8 ocasiones, mientras el Huila solamente llegó una vez. La ansiedad, la presión y la sed de leyenda no permitían ni pensar ni tener paciencia. El partido era para haberlo definido mucho antes. Por esas cosas del fútbol, solamente se pudo hacer a falta de 3 minutos para el final. Espacio pequeño para comenzar a festejar en grande. Para levantar la copa y brindar por tantas y tantas cosas.
Pero sobre todo por entender que no alcanzaba con saberse el mejor como en muchas ocasiones, sino que había que demostrarlo. Por ganar tres puntos cuando no había méritos para ganarlos, demostrando que la mística es propia de nuestra historia. Como antes, los partidos cerrados se resolvieron favorablemente, entregando ese plus de antaño que hacía que los hinchas fueran tranquilos a cualquier latitud. Por eso se instalaron en el escalón de las deidades verdolagas. Porque acaban de ingresar al hall de la fama labrando una bella historia. Nacional campeón 2007. De aquí a la eternidad.

2007 II: Por fin Bicampeones


Atlético Nacional en el semestre fue un equipo infartante cuando Carmelo explotaba, Aristizábal se enchufaba y Aldo Ramírez tenía juego armónico. Hay un axioma del deporte que es hasta más viejo que el fútbol: cuando se juntan los que saben, se potencian los rendimientos. Y eso sucedió con Nacional 2007. El cuadro que hizo delirar a su afición con la consecución del primer bicampeonato de su historia y de la historia de los torneos cortos en nuestro país.

Luego de casi cabalgar el torneo regular con 38 puntos de 54 posibles, llegaron los cuadrangulares que comenzaron de la peor forma: Aristizábal lesionado el resto de su carrera deportiva y gol para el triunfo de Galván en clara posición adelantada que comenzó a tejer cualquier tipo de historias en contra de Nacional. Las telarañas obviamente las ponían los rivales, especialmente la prensa caleña y bogotana que se resistían a ver otra coronación nacionalista. Pero nunca tuvieron en cuenta que si a Nacional le dieron, también le quitaron. ¿O acaso escucharon a alguien decir que antes del gol de Galván hubo penalti de Vanegas sobre Muñoz? Ninguno. La influencia de la suerte es igual a la de los árbitros: hoy te hace perder, mañana ganar. Lo que pasa con la suerte es que hay que buscarla al frente con criterio y no esperar a que favorezca atrás encerrados. Ahora, cuando se lesionó Aristizábal y los rivales creyeron que Nacional se venía abajo, el cuadro verdolaga dejó su impronta, ratificó su método, recreó su búsqueda y pateó el tablero de aquellos que sospechaban que el gigante iba a ser fisurado por el peso de las circunstancias adversas. Se equivocaron.

Nacional acostumbró a las Empresas Varias de Medellín a recoger la grandeza del club cada que concluye un semestre. Y toca agradecer porque nos tocó ser aficionados de un equipo en cuya paleta de colores no existen los grises. Todo es arco iris. Concluyó un año que no merece esta crónica sino que merece un canto. Y todos los hinchas decimos que la alegría la sentimos en el alma. Y es muy probable que la definición no resulte estrictamente académica. Ni nada técnica. Pero es rigurosamente exacta.

Todos estamos soñando el mejor sueño que nos podamos imaginar: el de la mágica realidad. Y se recuerda la fiesta de toda esa gente verdolaga a la que para dar todo les alcanza con casi nada. Por eso envolvieron en cuestión de 72 horas, dos estadios en un óvalo en populares, preferencias y orientales, con la pintura espectacular de los colores vigentes: el verde y el blanco. Y ahí es donde uno piensa que en la calle dicen que la barra de Nacional es la mejor. Pero se quedan cortos. Los hinchas están hoy por hoy con tanta gloria conjunta, motorizados a alentar en una especie de reflejo condicionado del fisiólogo Iván Pavlov, es decir, juega Nacional, hay que gritar.

Los gritos estaban cargados de felicidad y solo los escuchaba Dios. El único que escucha cuando habla el alma. Un equipo es una fuerza colectiva confiable, inteligente, sólida, equilibrada y capaz de imponer sus virtudes individuales aún en los pasajes desfavorables, mientras que un equipo inmaduro se equivoca donde no lo debe hacer (en las dos áreas), duda, se deja ganar por la inseguridad y no sabe como monitorear o poner en órbita un partido que viene torcido o se presenta complejo. Por eso tantos festejos en 2007. Nacional no ha necesitado un maquinista de emergencia porque la locomotora nunca estuvo fuera de control.

Ese equipo recuperó la auténtica mística verdolaga de ir tranquilo a cualquier cancha. Porque ganó partidos que venían torcidos como el de Cúcuta. Y por eso la afición de Nacional se mimetizó con una de las más impresionantes óperas de gratitud a sus colores y a sus jugadores en ese 19 de diciembre que entró en la memoria de todos. NACIONAL BICAMPEÓN. Pucha, ¡qué lindo suena! ¡¡¡ NACIONAL BICAMPEÓN!!!


2011-I: Una Vuelta Mas


Atlético Nacional coronó otro semestre de leyenda y subió a la vitrina otra copa más para su largo prontuario de festejos. El escudo más bordado del balompié colombiano, sumó 11 vueltas olímpicas nacionales y 5 internacionales para alcanzar una categoría mítica. Reviva con nosotros la historia de un título que festejó un país futbolero.El verde es el campeón, una vuelta más. Nos espera la Copa Libertadores de América 2012. El fin de un camino coronado de gloria colombiana. La revancha de unas últimas 3 participaciones (2000, 2006 y 2008) que no entregaron el plus de históricas para Nacional, sino simplemente de trámite. El torneo por excelencia del nacionalismo, regresa el año entrante gracias a un puñado de jugadores que dirigidos por Santiago Escobar encontraron el tesoro en una lucha de igual a igual que les terminó favoreciendo.El verde es el campeón, una vuelta más. La rueda de los jugadores en el medio de la cancha solo está en el recuerdo de quienes tuvimos la ocasión de estar en el estadio aquella noche gloriosa del 18 de junio de 2011. La vuelta olímpica acabó y la basura propia que quedó del festejo fue apilada en 5 volquetas. La calma regresó a su sitio y ahora la mente dibuja mejores pasos para el futuro Verdolaga. Pero el éxtasis de aquella noche en que Gastón Pezzuti se recibió de héroe gigantesco de la mitología nacionalista no se olvida jamás. GP32 en la fantástica noche de la coronación, obtuvo el cartón de intocable en Atlético Nacional. Porque con el paso del tiempo en sus dos cortos años de carrera en el elenco Verdolaga, fue recibiendo cada vez más responsabilidades, él se las calzó sin temores y de su liderazgo partieron las mejores ideas y los mejores propósitos.Seguramente Pezzuti se convirtió en la figura de todos porque hubo sufrimiento. Que el arquero se convierta en el héroe de la lucha significa indefectiblemente que el corazón se aceleró. Que las palpitaciones aumentaron. Que la sangre hirvió de otra forma. Pero vencer sin peligro es triunfar sin gloria. Por esa razón una parte de la leyenda le corresponde al hombre que llegó para acabar con 30 años de historias en Nacional sin campeón extranjero en el arco. Desde Lorenzo Carrabs en 1981. Pezzuti en la serie de penaltis ante Equidad, compró el pasaje sin retorno hacia el lugar a donde viajan las deidades verdolagas de todos los tiempos.El verde es el campeón, una vuelta más. Aunque perfecta desde lo numérico (fue el equipo que más puntos realizó en el semestre), no está mal decir que la respuesta futbolística del equipo ofreció cambios sustanciales durante el desarrollo del torneo. Nacional hacía sufrir y sufría por parejo. Era picante en ofensiva, pero ofrecía respuestas endebles en defensa, por eso fue uno de los equipos que más goles recibió durante el torneo. Entre sus méritos, de los muchos que tuvo, habrá que anotar su permanente vocación protagónica (fue el equipo que generó más situaciones de gol en el semestre), la eficiencia de su tridente ofensivo (Pabón. Rentería y Mac10) y la eficacia con que sus juveniles se insertaron en Primera para ganarse un espacio por cualidades propias en los diferentes sectores del campo de juego.El verde es el campeón, una vuelta más. Nacional, jugando por momentos bien, mal o regular, pero sin permitirse disminuir los niveles de entrega, siempre fue al frente. Buscó esas victorias con fiereza y firmeza. Y las consiguió por encima de sus defectos crónicos y de impactos anímicos como la pérdida de puntos ante Cartagena. Además de esa situación adversa, los verdes sufrieron otros flagelos en el semestre que les perturbaron la mente como las seis fechas de sanción a los menores, el castigo con dos partidos a puerta cerrada, por momentos observamos una evidente persecución arbitral que hizo mover el teclado presidencial para frenar tanta injusticia (siete penaltis en contra en ocho partidos), las novelas para conseguir estadio fueron difíciles de maniobrar, jugar en 5 escenarios diferentes de locales (Atanasio, Ditaires, Polideportivo, Cúcuta y Guarne) fue un insulto a nuestra afición, prohibir el desplazamiento de la afición a otras ciudades perjudicó notoriamente y hasta los hinchas pagaron el precio más alto de la historia por una popular: $90.000 en Techo. De todo eso se repuso Nacional, apoyado por su pueblo, lo que habla a las claras de la grandeza de ambos.Allí apareció el fabuloso Cuerpo Técnico para surfear las turbulencias de la crisis que tuvo a Nacional sin clasificarse a Cuartos de Final por espacio de varias fechas: ni ante Cartagena, ni ante Tolima ni contra Quindío. Solamente ante Pereira a falta de una fecha para concluir el torneo. Y eso que venía de ser líder y de convertirse en el favorito de todos. La personalidad de sus principales figuras soportó todo para llegar al sitio que los instaló en la historia Verdolaga.El verde es el campeón, una vuelta más. Ya en la recta final de seis partidos, ida y vuelta en tres instancias definitivas como Cuartos, Semifinales y Final, podía suceder cualquier cosa. Ninguno la tuvo fácil. Y entonces aparecieron aspectos a favor que durante tantos torneos estuvieron en contra. Las expulsiones corrieron por cuenta de otros equipos, las lesiones fueron para los demás y las sanciones perjudicaron a terceros. Debido a esto, a Tolima le costó mostrar su mejor nivel, Cali perdió fluidez en su circuito futbolero y Equidad limitó sus opciones por culpa de un técnico temeroso del que nos extrañaron sus actitudes en Techo y el Atanasio. Hasta Caldas sufrió por la otra llave para armar su mejor nómina. Nacional sabía que no estaba muerto ni mucho menos, que a pesar de tantos vaivenes en contra, tenía materia prima para suplir las adversidades y contaba además con un técnico que cultivó el equilibrio, que jamás se sintió campeón antes de tiempo y que lo dijo cuantas veces pudo. La mejor noticia de esos días era que, pese a resignar varias fortalezas (la localía, la contundencia en ataque, los juveniles con la selección), se mantenía entre los favoritos.Nacional estaba agazapado. No le sobraba nada, pero tampoco tenía menos que nadie. Insertado entre Tolima y Caldas, los favoritos de todos, no era el candidato con mayor presión, aunque ya sabía lo que se siente. De hecho, en los últimos partidos acusó el impacto de tener el protagonismo de todos permanente ante el triunfo en Bogotá contra Millonarios. Avisaba de la mejor forma, que venía pidiendo pista. Se hacía muy fuerte de local, ganó 8 partidos en el Atanasio de 9 que disputó, sumó confianza y fichas anímicas con las victorias en ambos clásicos, Sachi le inyectó mística e identidad al plantel y tenía en vena a Rentería, Pabón y Macnelly. Remar con ese tridente ofensivo, repleto de mística y personalidad, se hizo más fácil.De esta forma, Nacional logró con el paso del tiempo y los partidos, lo que parecía imposible: depender de sí mismo. Eso fue bastante. Más allá de su fútbol intermitente, la mini-racha de varios juegos sin perder hasta alcanzar la punta tras el asalto a Bogotá, le devolvió la confianza. Tomó un envión anímico y cargó el tanque con un combustible rico en potencia: la hermandad.El verdes es el campeón, una vuelta más. Otro título para Santiago Escobar en Nacional. De nuevo en compañía de Galeano y ahora con Ángel como PF, Sachi entregó mística, jerarquía y modificó el comportamiento de un plantel aburguesado al que le sacó piezas claves y le sumó obreros, ofreciéndoles la oportunidad de concluir en epopeya. Sachi es un técnico de excepción. Sin dudas, integra el lote de los más grandes que hayan pasado por la Institución. Arquitecto del destino de las Divisiones Menores, Escobar amalgamó varias piezas nuevas al deseo de todos y potenció el rendimiento de un equipo que llegó a la estrella 11 de su historia. Definitivamente, Escobar es un técnico con códigos que no pasa nunca  primero por el periodismo que por los jugadores, que sostiene la palabra frente a todos, que dirige y ordena desde la sugerencia y no desde la imposición y por eso tiene eco en el vestuario.Jugador más, crack menos, los 25 elegidos por Sachi más los juveniles permitieron ilusionarse con un gran torneo desde el principio. Las principales individualidades, tanto para defender, generar juego o definir, llegaron en óptimo nivel futbolístico. La misión de Escobar fue la de moldear un equipo de identidad firme con semejante materia prima. Parecía fácil, pero no lo era. Y el primero en saberlo fue Santiago, que no dudó en arriesgar su propio mito. “Miren miren a Santiago, mírenlo como se ve, dirigiendo desde el banco, con el corazón de Andrés”, deben ser unas palabras que le retumban cada noche en su cabeza tras todo lo que se tuvo que superar y las cosas que tuvieron que pasar para que esa entonación se repitiera seis años después con fervor.El verdes es el campeón, una vuelta más. Carlos Rentería vino y demostró que el área es su hábitat natural. Acomodó allí su sala y es el lugar de su casa donde más cómodo se siente. Conquistó el Botín de Oro y nos regaló goles de título siendo goleador del campeonato como lo habían hecho solamente Carlos Gambina en 1954, Víctor Aristizábal en 2005 y Sergio Galván en 2007. Enarboló la bandera de la contundencia y fue otro que cambió pitos por aplausos demostrando lo grande que es, un jugador que pivotea y protege la pelota como pocos, que sabe encontrar espacios donde no los hay, que repentiza en una baldosa y que tiene una notable capacidad de anticipación en los diez metros más calientes del área.Poco a poco a partir de tantos buenos rendimientos individuales, el fútbol de Nacional se hizo indestructible en el Atanasio en donde logró 24 de 27 puntos, y de local más el triunfo ante Itagüí en la Sede, con Cali en Cúcuta y el empate con Quindío en Ditaires. Por fuera del cobijo de su gente, proponía fútbol siempre y ganaba o perdía, pero siempre quería ser más. Ganó en Neiva, en Bogotá, igualó en la capital con Equidad y Santa Fe y perdió los demás. Pero se quedó al final con el orgullo de quedar en paz con la historia.El verde es el campeón, una vuelta más. Otro que no desentonó fue Macnelly Torres. Vino un solo semestre y dio personalidad. Nacional con él fue diferente. Mejoró ostensiblemente su llegada al arco del frente. Fue un Nacional más asociado, de menos pelotazos, con mayor elaboración, con mayor gusto en el trato de la pelota. Fue un Nacional superior, gracias a la personalidad del jugador costeño. Porque sabe qué es ganar y lo contagia. Porque entiende el mecanismo del juego y si bien se equivoca, atina en muchas partes de su juego y por eso asistió 13 veces a sus compañeros para anotar, de sus pies salieron 9 prepases de gol, cobró 8 faltas que concluyeron con el balón en la red y anotó cinco tantos. Una producción realmente envidiable. Sin lugar a dudas Macnelly prestigió la plantilla de Nacional por su juego y su fina intuición para olfatear flancos vulnerables. Cuando duela su ausencia, florecerán las anécdotas y los recuerdos. Por fútbol o tenacidad, abría puertas que para otros estuvieron vedadas. Su recuerdo perdurará para siempre porque de su temperamento Nacional se transformó de un equipo potencial a un equipo en potencia. Cristalizó una antigua forma de jugar del verde y cuando se le venían los plazos al equipo encima, fue el generador de las ideas que llevaron a Nacional a tener un hombre que puso pases de gol cuando más se necesitaban: en la final. El momento delicado en que se necesita de todo y de todos. Puso serenidad y mensajes certeros como tratándose de un elegido. Esa cuota superior de compromiso y rendimiento a la altura de la cotización.El verde es el campeón, una vuelta más. Los papelitos del día de la final ya cayeron y fueron recogidos. Las imágenes de la tribuna cantando como poseída por el espíritu de la historia, quedó grabada en la memoria colectiva. La vuelta olímpica de los jugadores y sus familias fue un hecho genuino que brilló en la noche de la coronación. La garganta ya está cansada de gritar. Los ojos molestos de llorar, la mente asediada de tantas alegrías, el corazón irritado de tanta euforia. Es momento de pensar en el futuro: pero qué futuro si el presente es ya. Sí, es ya, pero el futuro obliga. Obliga a que recordemos esta noche pensando firmemente en que todo se puede volver a repetir. Para gloria conjunta del equipo que más celebra en Colombia.

2012 Atlético Nacional ganó la primera Superliga de Colombia. 

Atlético Nacional ganó la primera Superliga Postobón el 22 de julio de 2012 tras vencer en ida y vuelta a Junior de Barranquilla por un marcador global de 6-1. Tras el 3-1 obtenido en la ida en el Metropolitano, los verdes ganaron, gustaron y golearon en su casa y rubricaron una nueva gloria en su afamado salón de copas con un 3-0 que sentenció totalmente a favor el nuevo campeonato alterno de Colombia.

Jefferson Duque, recién llegado de Deportivo Rionegro y John Freddy Pajoy, fueron las figuras incuestionables del nuevo título que ya reposa en las vitrinas nacionalistas de un equipo que tuvo además en Avilés Hurtado, Macnelly Torres, Cristian Bonilla y Alexander Mejía a figuras incuestionables de la nueva leyenda nacionalista.

Un dato para la anécdota quedó en el partido en Barranquilla cuando los dos arqueros de Nacional se lesionaron en el mismo partido y tanto Gastón Pezzuti como Franco Armani no pudieron sentenciar en Medellín una nueva vuelta olímpica, al menos jugando el compromiso. Juan Carlos Osorio, en apenas dos meses, consiguió su primer título para los verdes de la montaña que con 17 en su historial son los que más veces tocaron el cielo con las manos en Colombia en nuestro país.

                                          Atlético Nacional Campeón de La copa Postobon 2012

                                                 LOS TÍTULOS INTERNACIONALES

1989: Nunca tan grandes

Ni el más creyente de los creyentes, con una mano en el corazón, pudo haberse imaginado que tan solo dos años y medios después de tomar la decisión de regresar a Atlético Nacional a la época de los puros criollos, el resultado se iba a observar a nivel internacional y no colombiano. Cuando se le confió el equipo a Francisco Maturana en 1987 por su buena actuación con el Caldas en 1986 en el torneo patrio, y se le permitió tener un equipo de solamente colombianos como Higuita, Herrera, Cortina, Molina, Escobar, Villa, Pérez, García, Fajardo, Tréllez, Castaño, Galeano y otros más, todos pensaban en que el proceso demoraría cinco o seis años, para ¡SER CAMPEONES DE COLOMBIA!
Y luego del subtítulo de 1988 y la posibilidad de participar en la Copa, nadie pensaba en el final feliz que terminó siendo esa versión copera, la número 40 de la historia denominada Copa “Revista El Gráfico” Libertadores de América. Porque para todos los aficionados verdolagas mayores de treinta y pico el hecho se convirtió en la panacea de sus vidas.
Poco a poco iban desfilando por el Atanasio Girardot los rivales. Y poco a poco caían miércoles tras miércoles. Los ecuatorianos Emelec y Deportivo Quito, Millonarios de Colombia, Racing de Avellaneda de Argentina, Danubio de Uruguay y Olimpia de Paraguay, este en Bogotá, vieron como la superioridad de los dirigidos por Francisco Maturana se llevaban para siempre la Copa y hacían delirar a una ciudad que nuevamente llenó dos estadios en menos de 15 horas, el propio y el de los rivales de ese tiempo, para demostrarle al continente que sí había quién ganara finales en Colombia, luego de 4 perdidas con los elencos del Valle.
Paso a paso, Nacional en primera ronda se enfrentó con Millonarios y los ecuatorianos. Tres empates en condición de visitantes (1-1 en Bogotá, 1-1 ante Emelec y 1-1 ante Deportivo Quito, le daban a Nacional la posibilidad de llegar a la segunda fase si conseguía al menos la mitad de sus puntos en casa, cosa que lograría al ganarle sus partidos a los ecuatorianos (2-1 a deportivo Quito y 3-1 a Emelec), sin importar la derrota 0-2 ante Millos.
En ese entonces pasaban los dos primeros equipos del cuadrangular y los verdes, al pasar de segundos, se enfrentaban con un ex campeón de la Libertadores en segunda ronda: Racing Club de Avellaneda en Argentina. Un 2-0 en el Atanasio mediante anotaciones de Tréllez y Villa, permitían ir al Cilindro Juan Domingo Perón de Avellaneda a manejar el partido. No era tan fácil porque los dirigidos por Alfio “El Coco” Basile por intermedio de Raúl Iglesias y Rubén Paz alcanzaron a igualar las acciones con un 2-0 que indicaba que la tortura de los penales estaba cerca. Claro que sobre el final del partido (min 39 del S.T) un puntazo de Felipe Pérez al ángulo superior izquierdo del “Pato” Fillol le entregaba el pase a Cuartos de Final al elenco colombiano. Sobre el final de ese partido, Basile fue visionario: “Nos ganó el campeón”.
Llegaba en Cuartos de Final el duelo de colombianos por disposición de la Conmebol que no permitía dos elencos de un mismo país en semifinales. Por eso verdolagas y azules se sacaron chispas en esos 180 minutos de juego en Medellín y Bogotá. El primer duelo en el Atanasio Girardot terminó con un cerrado 1-0 en favor de Nacional gracias a un tanto marcado por Albeiro Uzuriaga. Y cuando toda la prensa del país decía que en Bogotá Millonarios iba a triturar a Nacional por el demoledor ataque tenía (Iguarán, Juárez, Hernández y estrada), un 1-1 final le entregó el pase a semifinales al cuadro verdolaga. Esa noche capitalina, estrada hizo el 1-0 en favor de los Embajadores promediando la primera mitad. Todos El Campín creía en goleada. Nacional se calmó, manejó los hilos del partido, no permitió más anotaciones azules y sobre el minuto 34 del segundo tiempo, tras una habilitación de León Villa, John Jairo Tréllez se las ingenió dentro del área para vencer a Goycochea. 1-1, eliminado Millonarios, Nacional dentro de los mejores 4 equipos del continente y a preparar la semifinal. Claro que antes Pimentel y compañía trataron de deslucir el triunfo verdolaga. Ya nada había que hacer. Inclusive en Millonarios había caballeros: “Doctor Maturana, fueron los mejores, ojalá ganen la Copa”. Las palabras no podían ser de otra persona que Arnoldo Iguarán.
Asomaba Danubio de Uruguay a quien se le sacaba un valioso empate en el Centenario de Montevideo a cero goles.Para el juego de regreso, como en el Atanasio Girardot ya se hacían remodelaciones de iluminación, el juego fue en tarde cívica decretada por el alcalde de entonces, fue a las 3:30 P.M un miércoles. Y una de las mejores orquestas verdolagas de la historia tocó esa tarde en el Atanasio cuando Nacional venció a los charrúas por un insólito 6-0 para una semifinal de Libertadores. La tarde de la consagración del “Palomo” Uzuriaga quien con 4 tantos se deslizó por la cornisa de los más grandes y catapultó a los verdes a su primera final de la historia nada más ni nada menos que contra el Decano paraguayo Olimpia.
El primer partido en el estadio Defensores del Chaco a pesar de Nacional haber jugado un partido notable, concluyó 2-0 en favor de los paraguayos. Todo el continente daba como campeón a Olimpia. Nacional no podía jugar la final en el Atanasio Girardot porque el estadio en ese entonces no contaba con la capacidad suficiente para albergar una Libertadores. Así las cosas, entre Pereira, Cali y Manizales, la escuadra verdolaga se decidió por la capital de la república para ser la casa verde del último juego de la Libertadores de 1989.
Entonces comenzó tal vez, la mejor historia del Atlético Nacional en su historia cuando desde Medellín se desplazaron más de3 30 mil hinchas verdes para presenciar la final ante Olimpia. El trasteo más grande de la historia del fútbol colombiano y quizás mundial, lo protagonizó la hinchada más popular de Colombia al enviar vía terrestre y aérea una flota de 30 mil personas incondicionales de la causa, y como en una Normandía contemporánea, pusieron al frente once corazones valientes que tenían como misión coronar el cerro más alto del balompié continental.
La noche en que El Campín pareció el Atanasio, será recordada por la carga emocional que le fue impregnada al espectáculo por ese ser imprevisible llamado fútbol. Quiso el destino que Nacional ganara el juego 2-0, el mismo marcador de Asunción, y que la lotería de los penales definiera al nuevo monarca. Y allí surgió la figura simbólica y emblemática del gran René Higuita, héroe perenne de los corazones verdolagas quien esa noche se colocó el disfraz de superhéroe y atajó todo para que Leonel Álvarez pudiera entregar, con el disparo número 18, el título y la gloria al aficionado verdolaga y al balompié criollo.
Francisco Maturana y sus muchachos lograban lo impensado. Higuita pasaba de ser futbolista a extraterrestre. Uzuriaga subía su cotización atn alto como su estatura. Y todos los aficionados verdolagas conocíamos por dentro la euforia futbolística. Ningún otro hincha en Colombia había sentido su corazón de esa forma. Nadie más conocía el pecho tan inflamado. Jamás un hincha al fútbol en nuestro país se había sentido tan orgulloso de su elección futbolera. Nacional era campeón de la Copa Libertadores de América. Y su pueblo también.


1990: Primera Interamericana

El campeón de la Libertadores anualmente debe disputar contra el campeón de la Concacaf la Copa Interamericana. Y para 1990 Nacional debió enfrentar en doble compromiso a ida y vuelta a los Pumas de México. En el partido en Medellín, los verdolagas vencieron 2-0 con goles del “Bendito” Fajardo y de Oscar Galeano. Para el partido de regreso, Nacional fue a la cancha de la Universidad Autónoma de México, la casa de los Pumas y lo goleó 4-1 mediante anotaciones de Jaime Arango en dos ocasiones y Rubén Darío Hernández (el otro fue autogol). Nacional extendía sus tentáculos vencedores a tierras lejanas y extrañas, coronaba su segundo título internacional, se hacía respetar la tradición de que casi siempre ganaba esa Copa el equipo suramericano que la disputara e incrementaba en sus vitrinas la categoría de su historia.
Casi los mismos jugadores que un año antes habían sumado el mayor logro del fútbol colombiano, repetían título, además de Ruben Darío Hernández, Omar Franco y Oscar Galeano. Ya no estaban René y Leonel, pero el equipo mantenía su regularidad y su firmeza.


1997: Sin querer queriendo

Atlético Nacional en 1995 fue subcampeón de la Copa Libertadores de América de la mano de Juan JoséPeláez. Y para 1996 debía disputarse la Copa Interamericana entre el campeón suramericano (Gremio de Porto Alegre) y el Deportivo Saprissa de Costa Rica. Ante la renuncia de los brasileros por jugar la Copa, Nacional como subcampeón representó el fútbol suramericano en un único juego realizado en la capital tica. Un 3-2 a favor de Nacional sentenció el tercer título internacional para la escuadra colombiana que aún tenía en Alexis García al capitán de las conquistas que nunca defraudó ni en las peores tormentas.


1998: La primera Merconorte

En una decisión absurda de la Confederación Suramericana de Fútbol, se acabó la Supercopa, evento que reunía a los campeones históricos de la Copa Libertadores en un torneo del segundo semestre de cada año, y se crearon la Merconorte y la Mercosur. La primera reunía equipos de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia y la segunda de Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Argentina. A los primeros se uniría luego México.
Así las cosas, Nacional era invitado a la primera Merconorte (el torneo era por incitación y al él se invitabaa los mejores equipos de cada país o los más grandes, es decir, Nacional, Cali, América y Millonarios por Colombia). Y la primera final de dicho torneo fue precisamente colombiana entre Nacional y Cali en partidos de ida y vuelta. Primero en Medellín Nacional derrotó a Cali por marcador de 3-1 y en Cali repitió la dosis esa vez por 1-0 para consagrarse por cuarta vez en su historia en el balompié internacional.

2000: Dos Merconorte

Para comienzos de siglo Nacional volvía a repetir en la Merconorte consagrándose como el único equipo campeón en dos ocasiones del torneo, en cuatro campeonatos de dicha índole que se realizaron obteniendo un valioso 50 % de rendimiento en dicho evento puesto que de cuatro que se jugaron los verdolagas celebraron en dos oportunidades.
La final esta vez fue contra Millonarios y también a doble juego en Medellín y Bogotá los verdes demostraban superioridad y se adjudicaban la quinta corona internacional de su historia demostrando que desde siempre los verdolagas son el equipo a mostrar por el fútbol colombiano en el exterior.

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